Existe una ventaja económica, porque reduce el coste energético de los inmuebles y puede amortizarse en unos cuatro años.
Actualmente la Unión Europea estima que en torno al 24% de su consumo eléctrico podría ser cubierto por instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo en cubiertas y tejados en los próximos años. Para alcanzar esos objetivos, es imprescindible la implicación del sector inmobiliario, que debería incorporar en todos sus activos, donde fuera viable, sistemas de autoconsumo, tanto en el sector vivienda, como oficinas, logística, ocio, etc.
Hace relativamente poco tiempo, otros Estados miembros de la UE estaban más adelantados en la implantación de estos sistemas fotovoltaicos de autoconsumo, sobre todo a nivel residencial, debido especialmente a la mayor cuota de vivienda unifamiliar en el mercado inmobiliario en comparación con España. Sin embargo, desde hace tres años, nuestro país ha experimentado un crecimiento casi exponencial en la potencia fotovoltaica instalada para autoconsumo. Según la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), solo en 2022 se instalaron 2.507 MW de nueva potencia instalada de energía solar, en instalaciones de autoconsumo. Esta cifra supone un incremento del 108% con respecto a 2021, cuando se pusieron en marcha 1.203 MW. Alrededor del 32% de esa potencia instalada (802 MW) se corresponde con el sector residencial, que actualmente cubre tanto unifamiliares como edificios de viviendas. En 2022 se instalaron en España en torno a 200.500 instalaciones residenciales de autoconsumo.
En lo que respecta a la legislación actual, se encuentra alineada con las políticas energéticas de Europa, en cuanto a reducción de emisiones de gases de efecto invernadero e implantación de tecnologías renovables de generación eléctrica. Desde finales de 2021, hay abiertas diferentes convocatorias de ayudas al autoconsumo financiadas a través de fondos procedentes de la Unión Europea, que centraliza el Ministerio para la Transición Ecológica y que, finalmente, se gestionan a nivel de comunidades autónomas. La solicitud de dichas ayudas ha sido masiva, especialmente en los sectores industriales, residencial y de servicios. Fruto del enorme interés por parte de empresas y ciudadanos, se han ampliado las partidas destinadas a dichas subvenciones en todas aquellas comunidades donde se agotaron los fondos y que así lo solicitaron al Gobierno central.
En cualquier caso, y sin menoscabar el efecto incentivador que han tenido estas subvenciones, los sistemas de autoconsumo son rentables per se, especialmente dentro del sector industrial. En el sector residencial, dicha rentabilidad se reduce; sin embargo, existen otros mecanismos de ayudas como las bonificaciones en ciertos impuestos municipales (IBI), que permiten acelerar la amortización de estos sistemas.
Las ventajas del autoconsumo en estos sectores, como en cualquier otro, son múltiples. Existe una ventaja económica, ya que se reduce el coste energético de todos estos inmuebles que, además, una vez amortizada la instalación tendrán cubierto parte de su consumo eléctrico por una electricidad limpia, renovable y autogenerada a coste prácticamente cero. Todo ello, incrementa la independencia del consumidor, desacoplando parte de su consumo de la inestabilidad del mercado eléctrico, tan variable últimamente. Igual importancia adquiere el hecho de que se reduce la emisión de gases de efecto invernadero, por tratarse de una instalación de generación limpia y renovable.
Este modelo de generación distribuida frente a la generación centralizada, tiene la ventaja de que la electricidad se consume donde se produce, evitando su transporte a través de la red. Esto incrementa la eficiencia de todo el proceso, pues se eliminan las pérdidas por transporte y se descarga una red, de por sí ya muy saturada. Además, la generación distribuida pone al consumidor en el centro del modelo, el cual se convierte también en generador pudiendo gestionar activamente su propia demanda y responsabilizarse de cómo generan y consumen su propia energía.
Por otro lado, uno de los aspectos que cobra especial relevancia, es el bajo periodo en el retorno de la inversión que supone una instalación de autoconsumo fotovoltaico, que depende, principalmente, del coste que tenga cada edificio del kWh del consumo diario y de las horas de sol en la zona donde se ubica la instalación. Teniendo esto en cuenta, nos podemos encontrar con instalaciones que se amortizan en tan solo cuatro años. Para ello, es muy importante realizar previamente un estudio técnico-económico de dimensionado y diseño del autoconsumo, que permita obtener la mayor rentabilidad energética y económica de la instalación.
En este sentido, el sector inmobiliario debe encaminarse hacia la promoción de activos verdes, donde su consumo energético o al menos parte del mismo venga cubierto por energías renovables. Por ello, es necesario que las empresas implementen planes de descarbonización de sus consumos energéticos, pues nos encontramos en un momento óptimo, donde los costes de la energía se han ido incrementando y la implementación de fuentes de energía limpias ha incrementado su rentabilidad. Esto nos permite reducir nuestras emisiones de CO2 y nuestra huella de carbono, en el caso del autoconsumo fotovoltaico, pues producimos energía con fuentes limpias donde la consumimos.
Esos objetivos solo se pueden alcanzar con políticas de economía circular. Políticas reales que incentiven, promuevan y ayuden a implantar sistemas de producción basados en economía circular. Esas políticas tienen que fomentar la reutilización de productos, el reciclado, el dotar de una segunda vida útil a todos aquellos materiales y productos que así lo permitan, de manera que el convertirse en residuo sea el último recurso, después de haber agotado todas las posibles vías anteriores.
En definitiva, el autoconsumo fotovoltaico será la piedra angular del sector inmobiliario, porque es el camino hacia el que se dirige Europa y, por supuesto, España. La energía es una cuestión global, como los aspectos medioambientales que se derivan de sus distintas tecnologías de generación. Actualmente, se ha apostado por una vía que implica un desarrollo más sostenible, que aun siendo difícil, es el único con sentido. El sector inmobiliario debe incorporar esta filosofía a sus modelos de negocio y uno de los mecanismos más sencillo e inmediato es el dotar a todos sus activos de sistemas de autoconsumo fotovoltaico.
Sergio Espatolero es director técnico de Iasol.